Hace poco tiempo subí al blog "El último atardecer", y creía que la temporada de atardeceres se iba a ver resentida por el tiempo, la luz y demás factores...pero mucho más lejos de la realidad.

Desde que comencé en el mundo de los atardeceres allá por el mes de Mayo de este año, he sufrido un cambio radical en mi mentalidad fotográfica y he dedicado el 90% de mis fotografías a este tipo de disciplina, en parte por la espectacularidad de los resultados y por la relativa facilidad con la que se obtienen buenas fotografías.
Las fotografías de atardecer ó amanecer se pueden mecanizar, es más, yo lo hago. Viendo la escena ya sé qué accesorios utilizar, qué parámetros configurar en la cámara y qué resultado obtendré.

Aunque hay situaciones en las que esto no resulta tan fácil. En este caso fui con la idea de fotografiar los acantilados mientras se ponía el sol por encima de estos, y se quedó una puesta preciosa, pero no fui capaz de salvar las enorme diferencia de luz. Por un lado las enormes paredes hicieron que tuviera que ladear muchísimo los filtros y por otro lado con el filtro de tres pasos el cielo quedaba muy deslavado y si sumaba otro de dos pasos se subexponía demasiado...¿y qué hacer? Sinceramente poco hay que hacer.

En este tipo de situaciones, es bueno eliminar todas las ideas de encuadres que tenemos en la cabeza y empezar desde cero, analizando más que la escena en sí, la luz que recae sobre ella. Como no pude realizar la toma directamente del atardecer aproveché que desprendía una preciosa luz cálida, así que cambié mi ubicación y busqué el encuadre que os muestro.

Es bueno volver la cabeza de vez en cuando...



Canon 30d, Canon 17-40mm. (a 17mm, f/11, 30seg. e ISO 100), trípode, degradado 2 y 3 pasos, burbuja y cable.