Fotografiar en lugares archiconocidos tiene la desventaja de que es tremendamente complicado obtener “fotografías diferentes” y en muchos casos debemos que apoyarnos en momentos que hagan especial nuestra toma.

El museo Guggenheim es uno de esos lugares, retratado hasta la saciedad y en el cuál hace varios años que no fotografiaba a pesar de pasar frente a él frecuentemente, pero por esas casualidades de la vida terminé haciendo una corta sesión hace un par de semanas y aunque llegué de noche pude trabajar a la perfección por la tenue iluminación que le llegaba de las farolas colindantes.

Nada más llegar vi cómo la luna todavía se insinuaba en las partes más altas de las placas de titanio, por lo que mi sesión se centró en esta idea, captar una especie de halo místico en estas zonas elevadas y de los encuadres que realicé, me he quedado con el primer y más sencillo de todos.

Aunque esta toma la he procesado tanto en color como en monocromo pongo la versión a color, aunque personalmente me gusta más la otra, pero he decido dejar otra imagen en blanco y negro para [ Monochrome Project ] en formato cuadrado.




Canon 5d MkII, Canon 70-200 2.8 (a 100mm, f/5, 15 segundos e Iso 100) y trípode.